Tengo una lucha interna cada navidad y cada cumpleaños de mis chicos; ¿Le compro o no le compro una “tablet” o algún artefacto electrónico?
Pues tengo varias razones para no hacerlo:
PRIMERO: no encuentro como gastar dinero en ellas; y SEGUNDO: no quisiera
verlos perder tiempo metidos en un mundo falso. Sé que no puedo separarlos de
la tecnología, pero creo que no es el momento. Veo a los chicos de esa edad con
una y me niego a pensar que es bueno para ellos. Sé también que nos facilita la
vida en muchas ocasiones y que tengo la dicha de que mis dos chicos se
divierten el uno con el otro, pues la diferencia de edad no es mucha.
No es que no usen la tecnología, pues cuando
nació el más grande yo tenía una y le ponía películas en ella, además de que
tengo un celular “inteligente” y ellos lo usan algunas veces. También tengo un
lector electrónico y de vez en cuando los dejo que lo utilicen. Pero porque
tengo eso, sé cómo se comportan cuando los dejo usar mis cosas. Veo que se
irritan demasiado cuando les pido que hagan algo y están usando el celular o el
“e-reader”. Veo como actúan cuando los interrumpo en medio de un video y cómo
reaccionan. Sin mencionar que les hablo y es como hablar con la pared, pues ni
me escuchan. Aparte de que si fuera por ellos, estuvieran viendo videos todo el
día, literalmente todo el día.
Cuando llegan días especiales como Navidad o sus
cumpleaños siempre tengo la misma pregunta: ¿Le compro o no le compro? Pero
siempre llego a la conclusión de que a quien más le conviene es a mí. A ellos
realmente no les hace falta.
Me da pena cuando voy a alguna fiesta, actividad
o reunión donde los demás chicos tienen algún artefacto electrónico y ellos no.
Pues no tienen con quien jugar y ven a los demás chicos y tratan de ver qué
juegan. Me entristece verlos tratar que se lo presten para jugar ellos también.
Es en esos momentos donde me arrepiento no comprarle uno a cada uno. Entonces
les busco alternativas o me rindo y les doy mi celular con tal de no verlos
así. También siento la necesidad cuando voy a una cita médica, a algún
restaurante o reunión de adultos y ellos se inquietan por que están aburridos,
en esos momentos siento que debería comprarles uno. Pero me pregunto de cada
cuanto pasa eso y me siento tranquila de que eso no es muy común en nosotros.
Nunca llevo el “e-reader" a ningún lado, ni cuando visito a mis padres.
Ellos siempre buscan que hacer.
Muchas veces me pongo a observarlos jugar juntos
y ver las horas pasar y ellos jugando a los piratas, con los carritos o con plastilina;
o simplemente sentados en la cama discutiendo quien será el primero en abrir la
puerta. Entonces me doy cuenta que ellos no lo necesitan. Quizás lo necesita
mamá, pues cuando los dejo usar los míos ellos no pelean, no riegan, no me
interrumpen, me dejan dormir y lo mejor de todo es que ni se escuchan.
Ellos ven televisor, claro que sí. Ven sus
programas de niños favoritos, y claro que también pierden el tiempo viendo la
TV. Pero hay tiempo límite y es algo que puedo controlar mucho más fácil que un
artefacto individual.
No
digo que estoy bien, pues yo me lo pregunto muchas veces, pero es lo que
pienso. Mientras más tiempo pueda evitarlo, porque sé que algún día se los
compraré, pues lo haré. No digo que quien lo haga está mal, solo es mi
maternidad desde mi punto de vista.
Y
como dice una filosofa amiga mía:
"Primero aprendemos
a leer y a escribir bien. Aprendemos a sumar, restar y multiplicar.
Luego habrá tiempo para
todo lo demás. Por ahora seamos felices."
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