https://mamidesdemipuntodevista.blogspot.com/

Una leyenda equivocada.



¿Cuantos han visto esto?
¿Estás de acuerdo?  
¿Crees que funcionó contigo?
¿Crees que esto hizo lo que eres hoy?
Si piensas que esto es cierto, puedo llegar a la conclusión que lo utilizas con tus hijos.
¿Te funciona?

Siempre me pregunto; si esto es así, ¿por qué la criminalidad va creciendo? Si ésta es la solución, ¿qué paso? ¿Por qué entonces el resultado? Más criminalidad, menos valores, más enfermos mentales, más problemas sociales, etc.



Yo no creo que este método sea el adecuado para esto. No creo que crear un ambiente de miedo y dolor sea la respuesta para combatir el mal social que nos arropa. No podemos utilizar la fuerza para demostrar quién es la figura de autoridad. Hemos llegado a un punto en donde la crianza se confunde con quien manda y quien toma las decisiones (no importa si tenemos la razón o no) y creemos que para alcanzar esto, hay que dejar saber quién es más fuerte. Pero para lograr el respeto de los hijos no podemos utilizar a nuestro favor la fragilidad del mismo.

“Dame los primeros siete años de vida de un niño

y te diré lo que será el hombre del mañana”

Soy “sobreviviente” de este tipo de “disciplina” y me considero una buena persona, con buenos modales y valores. Pero no creo que la persona que soy hoy sea el resultado de este tipo de “disciplina”. Porque no creó respeto hacia los demás, creó miedo hacia mis padres y no creo que así sea como quiero que mis hijos me miren. Con solo imaginarme que ellos sientan lo que yo sentí, y no me refiero al dolor nada más si no al miedo, inseguridad, confusión y frustración; se me aprieta el corazón.

Porque es exactamente lo que creamos, MIEDO y no RESPETO. Muchos estudios nos dicen que el niño no aprende por medio de la fuerza; por el contrario, lleva al niño a tener temor y eventualmente le oculta al padre (por miedo) el verdadero ser humano que es. Porque si pensamos que el niño va a dejar de mentir por una pela que le damos, estamos bien equivocados. Quizás no le mientan al papá o a la mamá, pero… ¿y al resto del mundo?

Hay dos términos que confundimos: DISCIPLINA y CASTIGO; los cuales son diferentes. Pensamos que por medio del castigo, disciplinamos. El castigo (en este caso el uso de correas, palos, chancletas, etc.) no lleva a la disciplina. Lleva al miedo, a la inseguridad, a la desconfianza, al coraje. Y por eso el resultados de esta sociedad.

Los padres no somos eternos y nuestros hijos no serán niños toda la vida. No vivirán solo con nosotros, ni socializarán solo con mamá y papá. Es por eso que tenemos que enseñarles a convivir con el resto del mundo y la correa no es la solución. Entonces; ¿cómo actuar contrario a como nos enseñaron? Esa es la parte difícil, debo decirte que educándonos al respecto. Tenemos que ser más humanos y menos salvajes. Tenemos que volver a ser niños. Tenemos que ser empáticos. Así como pensamos que un jefe debe ponerse en los zapatos de los subalternos para entender a los empleados; pues así tenemos que hacer nosotros… ponernos en los zapatos de los niños para entender cómo tratarlos, como piensan y como hacer de ellos una mejor persona. En vez de usar el método de disciplina que usaron tus padres para educar (que es el más fácil), piensa en cómo reaccionaste TÚ. Piensa en lo que te falto a ti, piensa en lo que eres ahora y acuérdate en cómo te sentiste.  

Tenemos que crear un ambiente de respeto, empatía, confianza y valentía; y la violencia no genera eso. Tenemos que aprender a AMAR... solo así romperemos el hechizo. Tenemos que dejar a un lado nuestro ego de seres superiores y volver a ser niños. 

“No es falta de un buen bofetón o una nalgá bien dá, 
es falta de un TE AMO y un ABRAZO en el momento oportuno.”




¿Le compro o no le compro?

Tengo una lucha interna cada navidad y cada cumpleaños de mis chicos; ¿Le compro o no le compro una “tablet” o algún artefacto electrónico?
 
Pues tengo varias razones para no hacerlo: PRIMERO: no encuentro como gastar dinero en ellas; y SEGUNDO: no quisiera verlos perder tiempo metidos en un mundo falso. Sé que no puedo separarlos de la tecnología, pero creo que no es el momento. Veo a los chicos de esa edad con una y me niego a pensar que es bueno para ellos. Sé también que nos facilita la vida en muchas ocasiones y que tengo la dicha de que mis dos chicos se divierten el uno con el otro, pues la diferencia de edad no es mucha.
 
No es que no usen la tecnología, pues cuando nació el más grande yo tenía una y le ponía películas en ella, además de que tengo un celular “inteligente” y ellos lo usan algunas veces. También tengo un lector electrónico y de vez en cuando los dejo que lo utilicen. Pero porque tengo eso, sé cómo se comportan cuando los dejo usar mis cosas. Veo que se irritan demasiado cuando les pido que hagan algo y están usando el celular o el “e-reader”. Veo como actúan cuando los interrumpo en medio de un video y cómo reaccionan. Sin mencionar que les hablo y es como hablar con la pared, pues ni me escuchan. Aparte de que si fuera por ellos, estuvieran viendo videos todo el día, literalmente todo el día.
 
Cuando llegan días especiales como Navidad o sus cumpleaños siempre tengo la misma pregunta: ¿Le compro o no le compro? Pero siempre llego a la conclusión de que a quien más le conviene es a mí. A ellos realmente no les hace falta.
      
Me da pena cuando voy a alguna fiesta, actividad o reunión donde los demás chicos tienen algún artefacto electrónico y ellos no. Pues no tienen con quien jugar y ven a los demás chicos y tratan de ver qué juegan. Me entristece verlos tratar que se lo presten para jugar ellos también. Es en esos momentos donde me arrepiento no comprarle uno a cada uno. Entonces les busco alternativas o me rindo y les doy mi celular con tal de no verlos así. También siento la necesidad cuando voy a una cita médica, a algún restaurante o reunión de adultos y ellos se inquietan por que están aburridos, en esos momentos siento que debería comprarles uno. Pero me pregunto de cada cuanto pasa eso y me siento tranquila de que eso no es muy común en nosotros. Nunca llevo el “e-reader" a ningún lado, ni cuando visito a mis padres. Ellos siempre buscan que hacer.
 
Muchas veces me pongo a observarlos jugar juntos y ver las horas pasar y ellos jugando a los piratas, con los carritos o con plastilina; o simplemente sentados en la cama discutiendo quien será el primero en abrir la puerta. Entonces me doy cuenta que ellos no lo necesitan. Quizás lo necesita mamá, pues cuando los dejo usar los míos ellos no pelean, no riegan, no me interrumpen, me dejan dormir y lo mejor de todo es que ni se escuchan.
 
Ellos ven televisor, claro que sí. Ven sus programas de niños favoritos, y claro que también pierden el tiempo viendo la TV. Pero hay tiempo límite y es algo que puedo controlar mucho más fácil que un artefacto individual.
 
No digo que estoy bien, pues yo me lo pregunto muchas veces, pero es lo que pienso. Mientras más tiempo pueda evitarlo, porque sé que algún día se los compraré, pues lo haré. No digo que quien lo haga está mal, solo es mi maternidad desde mi punto de vista.
 
Y como dice una filosofa amiga mía:
 
"Primero aprendemos a leer y a escribir bien. Aprendemos a sumar, restar y multiplicar.
Luego habrá tiempo para todo lo demás. Por ahora seamos felices."